TRACCIÓN ANIMAL En 1848 se inauguró el primer ferrocarril de la España peninsular, que rápidamente se extendió por toda su geografía. A finales del mismo siglo XIX ya circulaban los primeros camiones por nuestras carreteras. ¿Cómo se movían las mercancías antes? Principalmente con el sudor de los animales sin menospreciar el de los humanos. El transporte marítimo es conocido desde épocas remotas y siempre ha sido la forma más económica de enviar la máxima mercancía a más larga distancia. No es el medio más rápido. Tanto las tempestades como los omnipresentes navegantes piratas hicieron que se perdiesen muchas vidas y mercancías. El transporte fluvial también destacó por su importancia. Tanta, que muchos gobiernos europeos crearon una considerable red de canales y exclusas que permitían atravesar el país pasando de un río a otro. En España, la compleja orografía, la baja pluviosidad en la mayor parte del país y la práctica ausencia de ríos navegables relegó este tipo de transporte a las zonas bajas de unos pocos ríos (Ebro, Guadalquivir, Tajo...) y a los escasísimos e inconexos canales de navegación que se crearon (como el Canal de Castilla, el Imperial de Aragón,...). Navegar por un río o un canal a favor de la corriente es un ejercicio plácido y descansado, pero volver en sentido contrario precisa de una fuerza motriz. Grandes navíos podían subir a vela por el Guadalquivir hasta Sevilla, pero era la excepción. El transporte solía realizarse en embarcaciones más pequeñas y el río o canal se remontaba con tracción animal. Paralelo al curso acuático, siempre hay un "camino de sirga" desde el cual los marineros o las caballerías arrastraban la embarcación tirando de una cuerda ("sirga"). Pero la mayoría del transporte siempre se realizó por carretera, a cargo de unos pocos tipos de animales: Los bueyes, muy lentos pero con gran capacidad de arrastre.
Caballos, el "noble bruto". Hay muchas razas, y unas son más apropiadas que otras para cada tipo de trabajo. En nuestro país los caballos se usaban menos de lo que comúnmente creemos para el transporte de mercancías, pues eran animales relativamente caros y delicados. Sólo cuando la velocidad o la estética eran esenciales los caballos tiraban del carro. En cambio eran imprescindibles cuando debía montarse en ellos, pues se consideraba que montar en cualquier otro animal menoscababa la dignidad del jinete. El asno o burro, animal de pequeño porte, grandes orejas y reconocida testarudez. Se le consideraba innoble y sólo gente de baja condición podía ser vista montándolo. Es raro verlo tirar de un carro, en parte porque su pequeño tamaño lo hace inapropiado para ello y en parte porque no cuadra con el temperamento de este animal. Suele vérsele con la carga en alforjas o angarillas y es imprescindible cuando debe llevarse mercancía a través de montañas donde los caminos son escasos y abruptos. Es capaz de subir por montañas con una carga considerable y de pasar tranquilamente junto a precipicios por los que un caballo se niega a transitar asustado. Exploradores, buscadores de oro, ejércitos... hasta que apareció el helicóptero, ningún otro vehículo podía sustituirle en alta montaña. En la actualidad está en vías de extinción en muchos países, aunque en España hay varios grupos que intentan su recuperación.
Y el animal que realmente movía nuestro país: la mula. Es un animal híbrido, resultado de cruzar un burro y una yegua. El cruce entre burra y caballo es mas raro, dado que el animal resultante es más pequeño. Es un animal estéril, por lo que si desaparecen los burros, también lo harán las mulas. Une lo mejor de ambos animales: la fuerza y resistencia del burro multiplicadas por el tamaño del caballo, pezuñas fuertes, docilidad y versatilidad (aunque también parte de la testarudez del burro). Se distinguen porque tienen el tamaño del caballo y las orejas de una longitud intermedia entre las pequeñas del caballo y las enormes del burro.
Se han utilizado otros animales para la entrega de mercancías: renos, perros, incluso podríamos incluir las palomas mensajeras. Pero salvo estas últimas, en España apenas han tenido incidencia práctica. |
|