
Ayer falleció el Papa Francisco I, tras 12 años al frente de la iglesia católica. Con la visión de modernizar la iglesia y acercarla a los pobres, recuperó parte de la credibilidad que esta institución perdió en nuestra sociedad cada vez más centrada en los valores materiales.
La elección de su sucesor abre una nueva etapa. Parte de los fieles esperan que el nuevo papa siga con la línea “progresista” que marcó Francisco, mientras que los que le consideraban una amenaza a la esencia de la iglesia esperan que la nueva dirección deshaga los cambios.
Y eso, ¿en que nos afecta? La respuesta debería ser que a nivel público en nada, ya que la Unión Europea es oficialmente un grupo de estados laicos. Pero las opiniones de la iglesia afectan a nivel personal a muchos de nuestros políticos e influyen en sus decisiones que si que nos afectan a todos.