El Ministerio de Transportes sigue ignorando la base de la economía, el transporte por carretera. Tras el desplante que hicieron no enviando ningún representante al congreso de CETM, las declaraciones del ministro siguen en la misma línea: breves y vagas palabras para asegurar que se continuará trabajando en la regulación y mejora de las carreteras, seguidas de una larga disertación sobre lo bueno que es el ferrocarril y el anuncio de que ya han empezado las obras de la “autopista ferroviaria” de mercancías Algeciras-Zaragoza o la petición a Francia y Portugal que se impliquen un poco para dar sentido al corredor ferroviario atlántico, del cual ya se han licitado más de 6.100 de euros en obras.
También saca pecho del aumento de un 6,5% en el tráfico ferroviario, aunque la mayor parte de este aumento se debe al transporte de pasajeros, que sigue en máximos gracias a los abonos gratuitos de cercanías. El transporte de mercancías ha crecido un magro 2,35%, menos que el aumento por carretera y todavía irrelevante.
Tras la orgía de inversiones en líneas de Alta Velocidad que están muy lejos de la rentabilidad, incluso en los inflados sueños de sus planificadores y ahora las de corredores de mercancías que aspiran a conseguir la utopía de ser relevantes frente a la carretera, estaría bien que se dedicase parte de este dinero a, por ejemplo, reordenar las abundantes “zonas de concentración de accidentes” (antes conocidas como “puntos negros de siniestralidad”) que como mínimo salvarían vidas.