El gobierno comprobó que la presencia en internet de las empresas españolas y su grado de digitalización eran demasiado reducidos, especialmente entre las empresas pequeñas y autónomos. Para solucionar este problema, lleva varios años concediendo una serie de subvenciones, conocidas como “Kit Digital”
Estas subvenciones están bien pensadas: del farragoso papeleo se encargan los “agentes digitalizadores”, o sea las empresas autorizadas que elaboran e instalan los programas. También son ellos los que cobran la subvención directamente, evitando que el cliente tenga que anticipar los cuantiosos pagos que nunca se sabe cuándo reembolsará la administración.
Pero hablando con diversos empresarios que lo han solicitado, oímos siempre el mismo comentario: los agentes digitalizadores han encontrado un chollo que exprimen sin reparos. Solicitan siempre la máxima subvención y luego se limitan a utilizar programas y plantillas gratuitas que adaptan someramente a cada cliente para hacer una web sencilla o a enviar -literalmente- cuatro mensajes bastante genéricos a las redes sociales cada mes. Mucho dinero para el trabajo realizado efectivamente. Pocas empresas pagarían la cantidad que se embolsan estos agentes digitalizadores para un trabajo tan sencillo.
Lo habitual es que los agentes digitalizadores insistan en proporcionar además el alojamiento web o el almacenamiento en “la nube” de los datos de los programas que instalan con lo que, una vez transcurrido el primer año, el cliente está cautivo y deberá pagar por estos servicios el precio que le pidan o descartar la solución adoptada.
En resumen, el Kit Digital es una buena idea que está acelerando la modernización de muchas empresas. Pero representa para las arcas del estado un coste que no siempre está en proporción al trabajo realizado y antes de contratarlo debe leerse la letra pequeña para asegurarse de que los futuros gastos de mantenimiento son proporcionados y asumibles.