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A principos del mes pasado, un terremoto asoló Taiwán, obligando a parar otra vez las principales fábricas de chips electrónicos. Éstas están bien protegidas sísmicamente, pero cientos de miles de obleas con millones de chips en proceso de fabricación quedaron contaminadas debiendo ser destruidas, y los increíblemente complejos sistemas ópticos de las máquinas de litografía debieron ser reajustados.

El resultado fue la pérdida directa de semanas de trabajo, más las que se está tardando en reajustar máquinas y descontaminar las inmensas «salas blancas» de producción, donde una simple mota de polvo puede arruinar chips por valor de millones de dólares. Los pedidos en curso han sufrido importantes retrasos y a pesar de que la pandemia nos enseñó que debemos tener stock de piezas críticas, muchas fábricas de todo el mundo han tenido que parar.

Retrasos parecidos ocurren con frecuencia -aunque generalmente con efectos menos globales- debido a inundaciones, terremotos, guerras, la amenaza terrorista sobre el canal de Suez, el derrumbe del puente de Baltimore o las protestas de los agricultores franceses.

Es el problema del sistema de producción JIT (Just In Time), agravado por la falta de diversificación de proveedores (y de países proveedores con costes laborables bajos)

Para minimizar el coste de estos riesgos, se ha creado el Observatorio Mundial de Logística Preventiva. Su misión es estar atenta a toda posible catástrofe o incidencia en cualquier lugar del mundo que pueda afectar a la producción o el transporte e informar inmediatamente a sus asociados para que tomen medidas paliativas con conocimiento de causa.

Empresa de transporte de mercancías por carretera en Barcelona

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