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Un clásico navideño: «Vacaciones por módulos»

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Llega diciembre, y con él, no solo los villancicos, los turrones y las cenas de empresa, sino también un fenómeno muy peculiar: ¡las vacaciones fiscales de los transportistas autónomos! No hablamos de escapadas a playas paradisíacas ni de esquiar en los Alpes, sino de un descanso estratégico para cuidar el bolsillo.

Desde hace años, diciembre se ha convertido en el mes en el que muchos transportistas deciden colgar las llaves del camión y dejar la carretera en pausa. ¿La razón? No superar el famoso límite de facturación de 125.000 euros anuales que les permite seguir acogidos al régimen de módulos.

Tributar en módulos es como encontrar el billete dorado de Willy Wonka, pero para autónomos: una fórmula fiscal que permite pagar menos impuestos en comparación con otros sistemas. Sin embargo, para disfrutar de estas ventajas, hay que mantenerse bajo ese tope de ingresos. Y claro, cuando las cifras empiezan a rozar el límite, más vale prevenir que facturar de más.

Lo curioso es que esta situación lleva repitiéndose como un reloj desde 2016, año tras año, porque el Gobierno sigue prorrogando la posibilidad de tributar en módulos… pero sin actualizar el límite de facturación. Como resultado, cada diciembre, los transportistas sacan la calculadora, revisan sus números y se conceden unas vacaciones anticipadas, no por placer, sino por pragmatismo fiscal.

Así que, mientras unos descorchan champán para celebrar la Navidad, otros lo hacen porque ya cumplieron su cuota de trabajo del año. En este curioso «ritual de los módulos», diciembre no es solo el mes de los regalos, sino también el de las vacaciones fiscales por excelencia. Una tradición tan peculiar como nuestra forma de entender la picaresca… ¡pero en versión autónomo!

Empresa de transporte de mercancías por carretera en Barcelona

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